18 abr. 2024
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Cuando despertó del reportaje, Clarín todavía estaba allí



Invisibilizaron la noticia del canje de deuda con los tenedores de títulos en dólares bajo ley local.


La noticia omitida, el cruce de Fernández con dos lobistas del Grupo, el frentetodismo al palo y el nuevo injerencismo de EEUU.

Aunque lo ameritaba, la noticia fue tratada como si no fuera noticia. Además de la reestructuración con los bonistas extranjeros, el país cerró esta semana el otro gran canje, en este caso con los tenedores de títulos en divisa estadounidense bajo ley local.

En el primer caso era deuda por más de 60 mil millones de dólares; en el segundo, por algo así como 42 mil millones de la misma moneda con vencimientos próximos que, producto de la exitosa negociación de Martín Guzmán y su equipo, pasarán a ser pagaderos recién en 2030, 2035, 2038 y 2041.

Con esto, Argentina despejó fuertemente su horizonte financiero en el corto plazo. Los canjes fueron aceptados casi por el 100 por ciento de los acreedores. No queda margen litigioso para los abogados de los fondos buitre.

Invisibilizaron la noticia del canje de deuda con los tenedores de títulos en dólares bajo ley local.

Esto último, aunque sea lo más omitido de una noticia invisibilizada, no es un detalle menor. En setiembre de 2015, a instancias de Cristina Kirchner, la Asamblea General de la ONU aprobó un nuevo marco legal para los procesos de reestructuración de deuda soberana que restringió el accionar de los fondos buitre: cuando un Estado llegue a un acuerdo con el 75 por ciento de los acreedores, al otro 25 por ciento no le queda opción más que aceptar la oferta.

Restan ahora las deudas con el FMI y el Club de París, discusiones que son más de orden político (o geopolítico) que teñidas de la lógica especulativa que domina a los inversores particulares.

No son negociaciones sencillas, claro está, pero tampoco urgentes.

Después de cuatro años en los que el macrismo no hizo otra cosa que endeudar al país para abastecer la fuga de capitales con resultados funestos, haber canjeado vencimientos imposibles y tasas leoninas por más de100 mil millones de dólares aporta certidumbre económica y libera recursos para la reactivación productiva.

Una gran noticia que no llegó a ser tapa de los grandes diarios. Porque se ve que los títulos principales de Clarín y La Nación están reservados, por orden de los accionistas de esas dos empresas pilares de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), a castigar de modo impiadoso o mencionar negativamente toda gestión de gobierno, mucho más ahora que el Frente de Todos cometió dos crímenes imperdonables en la misma semana: validar en el Senado el DNU que congela tarifas en el rubro de las telecomunicaciones hasta diciembre y hacer ingresar por Diputados el demorado proyecto que gravaría por única vez a las grandes riquezas que pasó a llamarse Fondo Solidario Extraordinario, cosa de no irritar más de la cuenta a las 12 mil personas físicas alcanzadas.

La máxima que parece guiar el temperamento de los dueños locales del poder y del dinero es realmente dañina: no importa qué tan bueno sea para el país, si contribuye a fortalecer el gobierno que nosotros queremos debilitar, siempre va a ser algo malo. O, peor aún: ni siquiera existe.

No importa si es la solución a una deuda que este gobierno no contrajo, un aumento del salario indirecto congelando tarifas de servicios públicos esenciales o la recaudación de fondos para la pandemia entre los que más pueden protegiendo a los que ya no dan más.

El encuentro con dos lobistas del Grupo Clarín fue revelador del estado de la relación entre Magnetto y sus negocios y el presidente elegido con los votos del Frente de Todos.

No hay un solo título adulón de aquellos que le prodigaban a Mauricio Macri cuando ejercía como presidente. Para Alberto Fernández son todas reconvenciones, directas o indirectas. Es el regaño de los viejos conocidos. Pero es reproche.

El encuentro televisado en Olivos con dos lobistas del Grupo Clarín fue muy revelador del actual estado de la relación entre Héctor Magnetto y sus negocios y el presidente elegido con los votos del Frente de Todos en octubre pasado.

La escena en sí misma fue muy didáctica y el modo de Fernández, en todo momento, profesoral. Pasada la introducción amable, los lobistas se dispusieron a ejecutar lo que tenían previsto: amenazar con que el DNU de las telcos va a espantar inversiones y empeorar el servicio.

En medio de la tensión evidente, Fernández desarticuló la estrategia adversaria. Fue un vencedor nato de la discusión en pantalla. Sus argumentos fueron irrebatibles.

De lo más interesante, el pasaje dedicado a recordarles que Clarín (gracias a Macri) hoy es más monopolio que nunca, porque a diferencia de otros jugadores del mercado, es el único que da todos los servicios considerados esenciales y están alcanzados por el DNU.

Ver a un presidente denunciando la concentración comunicacional cara a cara con los beneficiarios de esa misma concentración, es algo inusual.

Lo peor, indudablemente, que Fernández haya retomado, tal vez para reconfortar a los dos lobistas retóricamente castigados, el discurso anti ley de medios. “Fue una mala ley”, dijo, y todo lo que había pasado de interesante en la charla se esfumó en la nada, entre otras cosas, porque la tan denostada ley fue amputada por Macri, precisamente, en su articulado antimonopólico que venía a desconcentrar parte de lo que el presidente, esa noche en Olivos, admitió que está concentrado por demás.

A lo Augusto Monterroso, podría decirse que cuando la audiencia despertó, luego de una victoria en TV del presidente, Clarin todavía seguía allí.

Ver a un presidente denunciando la concentración comunicacional cara a cara con los beneficiarios de esa misma concentración, es algo inusual.

Igual de concentrado. Con una diferencia, que es importante, aunque no resuelva el problema principal. En adelante, cuando quiera aumentar las tarifas de los cuatro servicios esenciales que presta, primero va a tener que justificarlo ante el Enacom. Es algo.

Dos días más tarde del encuentro en Olivos con Clarin, en un zoom militante convocado bajo la consigna “Frentetodismo al palo”, el presidente se quejó de que su gobierno está siendo sometido a “un ametrallamiento mediático” que obliga al peronismo a ser “más inteligente que nunca” y llamó a superar las divisiones internas. Ni albertistas, ni kirchneristas: frentetodistas. En otras palabras, el “unidos somos imbatibles” que agita desde tiempos de la campaña.

No se sabe qué cosa es más difícil. Si desconcentrar a Clarín o lograr el saludo de la paz con barbijo entre las distintas (y a veces distantes) corrientes de opinión al interior de la alianza gubernamental, donde conviven funcionarios que consideran que una toma de tierra es una actividad delictiva, los que la toman como el síntoma de una profunda crisis de hábitat y los que suponen que se trata de la avanzada territorial de un bando político que se alimenta insaciablemente de presupuesto estatal, ahora con Alberto como antes hicieron con Macri de la mano de Carolina Stanley.

El presidente pidió al peronismo ser “más inteligente que nunca” frente al “ametrallamiento mediático”.

La polémica tiene un límite: el cansancio de la gente, agobiada por las dos pandemias, la de Macri y la del Covid. Quizá los frentetodistas deberían tener presente que así como la memoria es indispensable, nada bueno se construye desde el rencor. Y otra cosa: la gente votó al Frente de Todos para que haga cosas distintas a las que hacía Macri, no para que las haga más prolijas o de manera más eficiente.

Mientras tanto, tres jueces puestos a dedo por Macri en la Cámara Federal y en un tribunal oral para concretar los deseos de su mesa político-judicial en el marco del lawfare, se negaron a concurrir a la Comisión de Acuerdos para validar sus traslados según dicta la manda constitucional.

Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, los dos camaristas a dedo, eran la alzada de Claudio Bonadío, nada menos. Avalaron todo lo que hacía el extinto, entre otras arbitrariedades, que una imputada sea llamada a ocho indagatorias en un mismo día, como ocurrió con Cristina Kirchner.

No se sabe qué cosa es más difícil. Si desconcentrar a Clarín o lograr el saludo de la paz con barbijo entre las distintas (y a veces distantes) corrientes de opinión al interior de la alianza gubernamental.

Y el tercero, Germán Castelli, es uno de los jueces del tribunal oral que juzga “la causa de las fotocopias de los cuadernos de las supuestas coimas”.

Todos con el apoyo público de Edward Prado, el embajador de los Estados Unidos en el país. A todo esto, curioso el injerencismo abierto, nada diplomático del diplomático. Y llamativo el activismo de la Amcham (la cámara de comercio estadounidense) firmando solicitadas, junto a Clarin, en contra de un DNU firmado por el presidente Fernández.

Bruglia, Bertuzzi y Castelli eran la línea directa del lawfare, aunque se presume que su resistencia a acatar la Constitución e ir en queja a la Corte Suprema vía per-saltum, además de propiciar un conflicto de poderes, un nuevo escándalo institucional, tiene como objetivo aferrarse a sus cargos, ahora para garantizar la impunidad futura de Macri, ya retornado de Suiza y mencionado en varias causas penales que deberá resolver el fuero federal.

Antes para atacar, ahora para defender. Nunca para hacer justicia.




Por Roberto Caballero



https://contraeditorial.com/cuando-desperto-del-reportaje-clarin-todavia-estaba-alli/

8 sept. 2020, by: FM 98.3

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