24 abr. 2024
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Brecha digital: cuando no alcanza con repartir computadoras



Hace décadas ya que internet y las telecomunicaciones son elementos centrales en términos de desarrollo social, cultural y económico.


Muchas de nuestras comunicaciones habituales, así como acciones ordinarias y actividades cotidianas están mediadas por las famosas Tecnologías de Información y Comunicación (TICs). Estas Tecnologías han modificado sustancialmente los procesos productivos, distributivos y de consumo en todo el mundo. Con la pandemia por coronavirus su relevancia en la reproducción de la vida se hizo mucho más evidente. A partir de las medidas de aislamiento social impuestas en gran parte del globo, la mayoría de las tareas presenciales debieron convertirse a la virtualidad, y los hogares se transformaron en oficinas, aulas, salas de conferencia, comercios y espacios recreativos. Según el informe Digital 2021 elaborado por Hootsuite y We are social a nivel mundial un 60% de la población, 4.660 millones de personas, son usuarios de Internet, lo que representa un 7,3% más respecto al año anterior. A nivel local según información de la Cámara Argentina de internet (CABASE) solamente durante los meses de marzo y abril de 2020 se registró un crecimiento del 65% con respecto a 2019 en el consumo de internet.

Sin embargo las TIC’S no constituyen fuerzas autónomas o independientes. Para analizar el lugar que ocupan deben situarse en un plano social, económico y político, y ser pensadas como un recurso clave para reforzar o reorganizar las relaciones sociales. Como afirma Castells, Internet es una tecnología contradictoria: genera nuevas oportunidades y perspectivas de mayor igualdad, pero al mismo tiempo puede colaborar en el aumento de la brecha socioeconómica entre quienes disponen de acceso y quienes no. En un país con el 42% de su población bajo la línea de la pobreza, en el que casi 6 de cada 10 niñes son pobres es necesario comprender que una de las dimensiones de la desigualdad social y la exclusión se define por tener acceso o no a internet, contar con un dispositivo, el precio de las tarifas y hasta la calidad de los servicios. Pensar la desigualdad social en el siglo XXI y en Argentina, y evaluar políticas públicas acordes, implica necesariamente tener en cuenta lo que se conoce como la brecha digital.


¿Accedemos todxs por igual a las TICs?


Martin Becerra, investigador del CONICET y especialista en políticas comunicacionales, señala que actualmente “las TIC ‘s y la conectividad son un recurso esencial para mantener las condiciones de vida dignas, para conseguir o sostener un laburo, para acceder a la educación o a la atención sanitaria, para tener relación con los afectos, para todo son imprescindibles”. En este sentido define la brecha digital como “la distinción de personas y grupos de personas respecto de su capacidad de acceso y uso a tecnologías digitales y TICs”, y aclara que también se refiere a la diferencia que existe entre países, si comparamos por ejemplo a los más desarrollados con los de menores recursos. El término nació durante la primera fase de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en 2003, para poder ampliar la noción de pobreza que no sólo se refiere a la carencia de recursos económicos, sino a un amplio espectro de carencias materiales y derechos .


Existe una correlación directa entre la pobreza y el acceso degradado a recursos necesarios para sostener una vida digna, como son hoy las TIC. Quienes tienen menos ingresos, menos posibilidad de comprar alimentos, de pagar servicios básicos como transporte, luz, o gas, en general también tienen una conectividad degradada con respecto a sectores de más recursos”, sostiene Becerra. Según información de “Data for Better Lives”, presentada por el Banco Mundial, durante 2020 cerca de 600 millones de personas alrededor del mundo vivieron sin acceso a internet, y el 48% de lxs residentes en países emergentes tuvieron dificultades para pagarla. 


Excusión social y falta de cobertura de servicios

La desigualdad en el acceso tiene que ver con varios factores condicionantes que se combinan. En principio existe una brecha ligada a la cobertura que se vincula con la infraestructura digital necesaria que no esta disponible en algunas regiones o lugares por diversas razones. Como sostiene Becerra “las brechas son también geográficas, porque por ejemplo hay zonas en Argentina que no tienen cobertura de comunicaciones móviles 3G o 4G, sino que tienen 2G, están geográficamente postergadas respecto a los grandes centros urbanos. La postergación del acceso en los barrios populares por ejemplo en el AMBA, combina brechas que son socio económicas y geográficas. Esas tecnologías no son solo el acceso a internet, pero sí el acceso es fundamental para todo lo demás”. Según cifras de la CABASE, en septiembre de 2020 el total de accesos de banda ancha fija en Argentina era de 9,3 millones, lo que representa una penetración de 66%. El lado B es que todavía un 34% de los hogares no accede a este recurso. En este sentido, según información de Unicef esto afecta al 18% de les adolescentes entre 13 y 17 años.


No se trata de un problema exclusivo de nuestro país, ya que en general en casi todo América Latina existen dificultades. En el último ranking de conectividad global elaborado por Speedtest, el país latinoamericano con la conectividad más veloz, Brasil, está en el puesto 49. Argentina ocupa el 74, por debajo de Uruguay, Paraguay, Perú y Colombia. Mientras el despliegue de 5G se está extendiendo a un ritmo vertiginoso por todo el mundo, sobre todo en América del Norte, Asia Oriental y Europa, en nuestra región todavía cerca del 50% de la conexión es 4G. En marzo de 2021 comenzaron las pruebas y ensayos para avanzar en su implementación, por parte del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM). Pero para conseguirlo, el procesamiento de datos y aplicaciones va a tener que correr más rápido que en la actualidad y será necesario más fibra óptica, única tecnología que puede garantizar en el tiempo el creciente ancho de banda que demandan los hogares. Las provincias con mayor presencia de esta tecnología son Buenos Aries, Córdoba y Santa Fe.


Consumo de datos, tarifas y pobreza

Otro elemento que interviene en la brecha puede explicarse en relación al servicio de internet disponible y el consumo de datos, que suele ser administrado según el poder adquisitivo o el momento del mes. “No es solo acceder o no, sino que muchas personas que sí aceden lo hacen en condiciones degradadas, es decir tienen comunicaciones móviles pero con servicios prepagos. Casi el 70% del mercado de telefonía móvil es con planes prepagos, no abonos, y en general las condiciones de acceso son más inestables porque le cargan crédito al teléfono los primeros días del mes, y en las semanas finales disminuye y por lo tanto las condiciones de acceso se degradan. Si una persona necesitaba acceder a la conexión para concretar una changa laboral o continuar con los estudios de sus hijos, se le complica a fin de mes. Acceder de manera degradada afecta tu posición en la sociedad y tu capacidad de progreso y bienestar”, advierte Becerra.


Este tema esta muy latente en los días que corren a propósito de los aumentos de las tarifas de telefonía, internet y cable anunciados que llegarán a 8% en mayo y un 7% en junio. Situación que había sido contemplada por el DNU 690 y una serie de Resoluciones del ENACOM, que declaraban servicios públicos esenciales y congelaba los precios por seis meses, y la Justicia Federal decidió suspender, a través de una medida cautelar pedida por Telecom. De esta manera la decisión judicial les devolvió la potestad a los operadores de cable y telecomunicaciones de fijar sus condiciones de comercialización y el precio. No es novedad, claro, que las empresas solamente busquen generar ganancias. El agravante es que a pesar de eso no invierten en el desarrollo de infraestructura ni en la extensión de las redes de internet, menos todavía en zonas precarias o de menores recursos. 


Para paliar la situación el Gobierno Nacional anunció que reforzará durante los próximos 60 días el acceso a la conectividad en barrios populares del AMBA, mediante la implementación del Proyecto Emergencias Territoriales del Enacom, financiado con $ 2,2 millones del Fondo Fiduciario del Servicio Universal. El programa apunta a beneficiar a 4.400 personas que recibirán $ 500 de saldo prepago o tarjetas SIM con saldo precargado y cualquier otro sistema similar de carga para “mantener el acceso a la educación a distancia de las personas situación de escolaridad, teletrabajo, gestiones administrativas digitales, actividades de esparcimiento y ocio". Sobre el programa Becerra sostiene que debería ser estabilizado y extendido en el tiempo. “También digamos que el criterio, la lógica de fondeo o financiamiento de Fondo de servicio universal tendría que comprender aportes de las plataformas digitales y no solo de las compañías de telecomunicaciones. Porque las plataformas digitales son intensivas usuarias de las redes y no necesariamente invierten en el mantenimiento”, explica.


Netbooks y dispositivos electrónicos

Un punto clave sobre el que se generan grandes diferencias es el acceso a los dispositivos, que pueden ser una computadora, un teléfono celular, una tablet, etc. Unicef afirma sobre esto que el 37% de les adolescentes entre 13 y 17 en Argentina no dispone de ninguno. Incluso existe una brecha digital enorme al interior de la Ciudad de Buenos Aires, el distrito más rico del país. La semana pasada se hizo publico un relevamiento de la Universidad Popular de Barrios de Pie (Somos) que evidencia cómo impacta la falta de conectividad en los barrios populares de CABA en relación a la posibilidad de sostener las clases virtuales. Según el estudio durante la pandemia el 54,2 % de lxs niñxs y adolescentes de allí viven mantuvieron contacto con la escuela únicamente a través de WhatsApp. Por otro lado en el 58,8 % de los casos hay un dispositivo que se comparte entre todos lxs miembros del hogar o la familia, y el 14,6 % directamente no tuvo acceso a internet.


En la ciudad las cifras no sorprenden teniendo en cuenta que el macrismo, desde 2007, jamás invirtió en conectividad y, a las graves consecuencias de la falta de inversión, se le suma la suspensión y el desfinanciamiento del Plan Sarmiento por parte de Horacio Rodríguez Larreta, programa a través del cual se entregaban computadoras a lxs alumnxs. En 2021 se recortaron 371 millones de pesos del plan para transferirlos al sector privado. 


A nivel Nacional el macrismo no actuó de forma diferente. Cuando llegó a Casa Rosada desfinanció y redujo el Conectar Igualdad que, bajo el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, llegó a entregar 4,7 millones de computadoras . Un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) muestra que la inversión en educación digital cayó significativamente desde 2015 para llegar a su nivel más bajo en 2018. A diferencia del período anterior, el Pro distribuyó solamente 737 mil dispositivos y luego reemplazó el programa por el plan Aprender Conectados, que cambió los dispositivos por Aulas Digitales Móviles (ADM) para establecimientos educativos.


El plan federal "Juana Manso": la iniciativa de Alberto Fernández

Ante las dificultades económicas y la brecha digital profundizada que puso al descubierto la pandemia, el presidente Fernández presentó esta semana el Plan Federal “Juana Manso” que implica una inversión de 20.000 millones de pesos para la entrega de 633 mil netbooks a estudiantes de escuelas secundarias de todo el país para darles acceso a la conectividad, dándole prioridad a establecimientos con alumnxs que han tenido baja o nula continuidad pedagógica en 2020. En ese sentido los dispositivos comenzarán a distribuirse en aquellas provincias de menor nivel socioeconómico y con mayor porcentaje de estudiantes desvinculados. La iniciativa además incluye el Plan de Conectividad, que busca extender el tendido de fibra óptica a cada rincón del país y el desarrollo de la formación docente.


Clase, edad, género y formas de apropiación de las Tics

“Ninguna de estas brechas es unidimensional. Si tuviera que apostar por una que es más fuerte es la socioeconómica, pero no es solo esa: la clase social, el lugar de residencia, el género, la edad, etc. Aquí tenemos distintas variables en las que nosotros estructuramos nuestra existencia que se combinan a la hora de pensar la brecha digital y si accedemos o no, y cómo nos apropiamos de las TICs a partir del capital simbólico o capital cultural, porque además de la brecha material de acceso físico a la conectividad y a un dispositivo, también hay condiciones culturales que permiten hacer un mejor aprovechamiento y un mejor uso de los contenidos, de las conversaciones, de las comunicaciones y de los flujos de contenidos que existen en las redes”, explica Becerra.


En último lugar, como indica Becerra, la brecha se genera por la cuestión del uso, es decir incluso si la cobertura esta disponible, la forma de utilizar el servicio o de apropiarse de él es diferente en cada sector social, etario, o género. Aquí ya no interviene solo la variante material, sino que se suma la cuestión cualitativa, mucho más compleja de desentrañar y medir. Para abordar este punto es necesario acercarnos a los conceptos de capital cultural y capital social del sociólogo Pierre Bourdieu: el primero hace referencia al manejo del lenguaje y a los conocimientos o saberes adquiridos consagrados para manejar ciertas cosas; y el segundo tiene que ver con las características de las relaciones interpersonales que definen el entorno de una persona. La transmisión de estos capitales es central en la reproducción de las desigualdades sociales y económicas.


Las múltiples dimensiones que constituyen hoy la brecha digital funcionan como elementos de la desigualdad social, cultural y educativa, cuyo núcleo es la distribución desigual del conocimiento, del tiempo y de las competencias para su uso en el presente, pero sobre todo en el futuro. Es muy probable que el vínculo habitual que tenga un niñe hijx de profesionales de clase media con las Tics, sea diferente al que genera un niñx con varixs hermanxs en un hogar monoparental de un barrio popular cuya madre es empleada doméstica o trabajadora informal. La brecha llega a condicionar las prácticas que lxs adolescentes realizan en su tiempo libre, en el juego, por fuera de la institución escolar, como el uso de redes sociales, video juegos, y otros consumos culturales en las plataformas. En el contexto actual no se trata solo de disminuir la brecha en el acceso, sino de trabajar sobre las diferentes modalidades de uso y consumo, que incluso para los Gobiernos es la brecha más difícil de identificar y trabajar.


Como vemos, una batería de políticas públicas puede y debería tomar en cuenta las brechas para garantizar el acceso en igualdad de oportunidades, o bien para atenuar el impacto de las desigualdades. En Argentina existen varias que se han implementado, aunque muchas surgen como políticas momentáneas para resolver situaciones eventuales y otras fueron discontinuadas a lo largo del tiempo . “Pero principalmente para erradicar la brecha lo que se necesita es una sociedad más justa. Los países con niveles más igualitarios de acceso son los menos injustos en la distribución del ingreso. Osea que hay una correlación directa entre brecha digital y brechas socio económica”, concluye Becerra.

9 may. 2021, by: FM 98.3

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