29 jun. 2025
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La ternura y la solidaridad como acto de resistencia 


En un mundo que celebra el cinismo y la crueldad como estrategia política, la ternura y la solidaridad emergen como gestos revolucionariosy profundamente humanos, que pueden convertirse en una trinchera contra la descomposición moral que atraviesa nuestras sociedades. 


Gaza: un genocidio a la vista del mundo 


Gaza quizás sea el mayor fracaso en términos de humanidad, la tragedia más feroz y el genocidio más brutal al que asistimos en vivo, por televisión, minuto a minuto, desde los horrores del nazismo, desde los genocidios armenios, desde la persecución por diferencias políticas, ideológicas, culturales o territoriales, como es el caso del conflicto árabe-israelí. Es el peor momento de descomposición de aquello que debería distinguirnos de otras especies: la capacidad de racionalizar la racionalidad, de usar el diálogo, de sentarnos a una mesa y acordar.


Gaza representa el colapso del último vestigio de humanidad que nos quedaba como sociedad. Y también es uno de los sistemas de complicidad diplomática más crudos y desvergonzados. Se está avalando, a cielo abierto, un genocidio. El Estado de Israel está ejecutando un ataque sistemático contra una población indefensa, con una desproporción militar abismal, con la declaración explícita, por parte de sus funcionarios más extremos, de querer provocar un éxodo, de vaciar Gaza para apropiársela por completo.


Es indispensable poner a Gaza en contexto. No es fruto de un arrebato individual o de una locura aislada. Es el punto más cruel y álgido del neoliberalismo global, del capitalismo salvaje, que precisa de una comunidad internacional adormecida, dócil, cómplice. Y también de una población mundial atontada por el bombardeo obsceno de imágenes violentas, expuestas con el objetivo político de disciplinar a quienes aún nos atrevemos a rebelarnos.


Desde este sur, como hacemos también en nuestro plano interno, expresamos nuestro dolor, nuestra solidaridad y el más profundo y categórico repudio al Estado de Israel y a la comunidad de países cómplices de este feroz genocidio que está aniquilando al pueblo inocente de Gaza.



Argentina: resistencias en marcha 


Esta semana asistimos, también, a un reverdecer, un nuevo brote de los conflictos gremiales y sociales que expresan su rechazo a las políticas públicas del gobierno de los hermanos Milei. La marcha del CONICET, la denuncia del “cientificidio”. El Garrahan como símbolo de una lucha transversal, intergeneracional, por un hospital público que es emblema en Latinoamérica. Hoy, el Gobierno no sólo lo desfinancia: busca cerrarlo.


Hace pocos días, Tierra del Fuego se paralizó por completo ante el desarme del esquema de aranceles que protegía su producción. En el sur de Santa Fe, con ACINDAR, TECHINT y otras industrias, se vive un verdadero industricidio. Las empresas reducen turnos, entran en cesación productiva, se encaminan al cierre. Y también estamos frente a un PYMESIDIO: la muerte silenciosa y masiva de pequeñas y medianas empresas, de comercios que ya no pueden sostener sus costos ni competir en el mercado interno.


Este modelo de crueldad neoliberal necesita ciudadanos sin reacción. Pero algunos medios —incluso afines al pensamiento nacional y popular— repiten con ingenuidad la mentira de que el pueblo no reacciona. Pues bien, venimos a desmentirlo. Esta semana, como en tantas otras desde el inicio del mandato de los Milei, el pueblo salió a las calles. El pueblo lucha, defiende lo que ha conquistado, se planta por lo que le corresponde en derechos, en dignidad, en la posibilidad de soñar un futuro en su tierra, con su cultura, en sus barrios.


Lo decía Rodolfo Walsh, periodista y militante asesinado por la última dictadura: “Ustedes están sometiendo al pueblo argentino a una miseria planificada”. En su carta del 24 de marzo de 1977, instaba a la ciudadanía a un acto de rebeldía: difundir la verdad. Hoy, esa verdad sigue doliendo, pero sigue viva.


Por eso te lo decimos con claridad: si querés cambiar tu comunidad, tu sociedad, el mundo, no te conviertas en una mala persona. No seas indiferente. No disfrutes de la crueldad. Da una mano a quien lo necesita. Porque lo contrario es complicidad. Porque cuando no te importa el otro, te volvés parte del problema.


Ser buena persona, hoy, es un acto subversivo. Un gesto revolucionario. En este mundo podrido de sarcasmo y egoísmo, la ternura es resistencia. Necesitamos miles de actos de ternura, de solidaridad, de cooperación. Pequeños gestos organizados que levanten una barrera frente al “no me importa”. Frente al “yo soy así”. Frente a la cultura de la crueldad.


Necesitamos multiplicar la organización, el compromiso, el abrazo colectivo. Estamos a tiempo.


Por: Cesar Malato Militante Peronista y Asociativista

5 jun. 2025, by: FM 98.3

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