18 oct. 2024
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Estabilidad, reconocimiento y carrera, lo que lleva cada vez más mujeres a sumarse a la policía santafesina



Algunas fueron trabajadoras domésticas. Otras intentaron estudiar carreras como enfermería o maestra jardinera pero tuvieron que dejar. Para otras, representa su primer trabajo.


Todas las que conversaron con Suma Política coinciden en esto: la Policía es una salida laboral efectiva y a corto plazo. La feminización de la planta de la Policía en Santa Fe es un hecho, tiene un crecimiento sostenido desde hace casi veinte años. En un país con índices de inflación desorbitantes y desempleo creciente, la Policía aparece como la posibilidad de obtener estabilidad laboral y económica, incluso de hacer carrera. 


En 2005 el 85 por ciento de la fuerza estaba representada por hombres, el 15 por ciento por mujeres. Para el 2016 la planta femenina alcanzaba el 34 por ciento y hoy, a mayo de 2024, llega al 39 por ciento. En números se traduce así: de un total de 24.946 efectivos, 9.809 son mujeres y de ese total 2.643 corresponden a la Unidad Regional II de Rosario.


Para el docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) Máximo Sozzo ese crecimiento exponencial es inédito en el mundo, salvo por la provincia de Buenos Aires.

Hace dos años, en mayo de 2022, dirigió el trabajo académico Trayectorias y roles laborales de las mujeres policías de la provincia de Santa Fe, con financiamiento del Consejo Federal de Inversiones. Presentó los resultados de las entrevistas en profundidad a 95 mujeres policías de Rosario, Santa Fe, Rafaela, Venado Tuerto y Reconquista, junto a los ministerios provinciales de Seguridad y del entonces llamado Igualdad, Género y Diversidad, durante la gestión de Omar Perotti.


La mayoría de las conclusiones del trabajo coinciden con las diez mujeres policías entrevistadas por este medio para este informe. Además, Sozzo encabezó la realización de un censo a la planta policial en 2020, dirigido a varones y mujeres, que cada uniformado completaba de manera online.


¿Carrera ascendente o techo de cristal?

Hay un hecho fundamental que todas las personas entrevistadas para esta nota señalan: el crecimiento de mujeres en la Policía responde directamente a la eliminación del cupo que ponía un límite, un techo, para la incorporación de ellas a la fuerza.


La policía como institución, explica Sozzo, fue tradicionalmente un club de varones que recién se empezó a transformar, de forma muy paulatina, a mediados del siglo XX. En países como Estados Unidos o Inglaterra la incorporación de mujeres se dio en la década del setenta. Esa ola llegaría a Argentina recién en los noventa, aunque en particular en la provincia de Buenos Aires (PBA) se dio ese proceso a partir de 1947 con la creación de la Brigada Femenina dentro de la Policía.



A pesar del enorme crecimiento registrado en la provincia desde 2005, la Red de Mujeres Policía de Santa Fe asegura que en los últimos ingresos, desde el inicio de la gestión de Maximiliano Pullaro, se empezó a limitar de nuevo el acceso de mujeres.


Unos días antes de asumir, en diciembre de 2023, Pullaro dio una nota al medio Aire de Santa Fe donde compartió su mirada sobre el tema. Al responder acerca de si era suficiente la cantidad de efectivos que hay para abordar el problema de la violencia narcocriminal, señaló dos problemas: que la mayoría de los efectivos vuelve a su ciudad de origen y no se asientan en ciudades como Rosario o Santa Fe, y la cantidad de mujeres que hay actualmente en la Policía.


Lo expresó así: “Todas las policías efectivas y eficientes tienen parámetros. Pero no es por machirulo o por ser machista. Hay parámetros claros que marcan esto. La policía catalana tiene el 16 por ciento de mujeres. Y así las policías más preparadas del mundo. ¿Por qué? Porque una mujer puede ser muy buena en tareas investigativas, como lo son. Las mujeres son muy buenas en tareas de análisis criminal o tareas administrativas”. Consideró que en la calle deben estar los varones “porque tienen más posibilidades de reducir a una persona”.


“Una mujer de 50, 60, 40 y pico kilos, para reducir a una persona tiene un solo elemento, sacar la de 9 milímetros y ponerlo contra la pared, por más preparada que esté. Este es un problema que vamos a tener en los próximos años: la gran cantidad de incorporación de mujeres a la policía de Santa Fe para tareas operativas. Hay que discutir de cara a la gente y mostrarle los problemas. No se puede hacer lo que uno cree que está bien, porque tal vez un momento, o por su ideología”, afirmó.


Sozzo trae a colación esa entrevista: “En un marco donde viene creciendo el ingreso y lo que eso implica para un cuerpo policial donde ya existe un 39 por ciento de mujeres policías, que tienen una carrera por delante. La pregunta es ¿cuál es el mensaje que le envió el gobierno a esas mujeres policías que tienen una carrera? ¿que van a poder ocupar cualquier tarea policial o que tienen un techo?”.



En las calles del centro de Rosario se ven muchas, muchas, mujeres patrullando. Para dos periodistas de la ciudad, especializadas en el tema, la Policía es una estructura más que replica el techo de cristal para las mujeres: cuesta que lleguen a puestos jerárquicos. La mayoría patrulla las calles, realiza tareas administrativas, hace sumarios en comisarías. Si bien el sistema de escalafón existe y, en los papeles, cualquier ingresante podría ascender progresivamente e incluso estar en igualdad de condiciones para llegar a conducir la fuerza, en la práctica la mayoría no llega a los niveles más altos. Excepciones como las de Emilse Chimenti, que fue jefa provincial de la Policía entre 2020 y 2022, o Margarita Romero, actual jefa de la Unidad Regional I, más bien confirman la regla.


Sozzo explica que el aumento progresivo de mujeres a las Policías en “los países del norte global que más niveles de feminización tienen, recién pisan el 30 por ciento” por eso la realidad de Buenos Aires y Santa Fe se distinguen. 


Repasa que las primeras investigaciones sociales sobre las mujeres policías mostraron que en esos países, sobre todo los de habla inglesa, “en los años ochenta y noventa pese a que crecía el número de mujeres que ingresaban en la institución policial las situaciones de discriminación, maltrato y abuso de los varones con respecto a las mujeres permanecían estables. Eso se traducía en bloqueos tanto en el crecimiento de las mujeres en la carrera profesional dentro de la estructura policial, es decir, llegar a las posiciones directivas, a posiciones consideradas deseables, así como bloqueos de carácter horizontal, es decir, tratar de evitar que las mujeres ingresen en ciertas tareas policiales que son consideradas el verdadero trabajo policial como la investigación”. 


Sozzo subraya: “Pullaro sale a decir públicamente que le parece algo negativo que haya crecido tanto el volumen de mujeres policías. ¿Cuál es su argumento? En definitiva, la vieja justificación de la cultura policial tradicional; Pullaro hoy representa en muchos temas esa tradición en el espacio público pero en éste es muy claro: la idea de que hay trabajos de la policía que solo los pueden hacer los hombres porque los hombres tienen un cuerpo que les permite hacerlo. En ese sentido, el dato sobre el uso de arma de fuego lo desacredita”.


Se refiere a una serie de resultados del censo en 2020 y el trabajo académico en 2022. Ante la pregunta de si habían usado sus armas de fuego en el último año, un porcentaje muy alto respondió que sí, casi no hubo diferencia porcentual entre hombres y mujeres. Fue muy parejo. El cuestionario lo respondieron 19.200 policías, de los cuales 6.800 eran mujeres.


“En PBA en 2020 el porcentaje de mujeres policías llegó al 42 por ciento del total del personal policial. Eso podría desafiar una cultura policial tradicional fuertemente atravesada por el machismo y el culto a la masculinidad, que evoca una cierta fisicalidad para la generación de trabajo policial, que elogia la fuerza, el arma de fuego como momento fundamental del trabajo policial y que por lo tanto le demandaría a las mujeres que ingresan dentro de la institución policial adaptarse a esa cultura policial tradicional apropiándose de esos modos de pensar y de actuar”.


En qué medida eso ocurre o no, es para Sozzo una pregunta interesante para las ciencias sociales pero también para las políticas públicas. En Argentina no hay datos disponibles para arribar a conclusiones en ese sentido pero en numerosos estudios de Estados Unidos que incluso han sido publicados en columnas de medios como The York Times o CNN muestran que cuando las mujeres intervienen en el espacio público se reduce considerablemente el uso de la fuerza. Un dato que importa en un país donde el gatillo fácil apunta de manera muy frecuente contra la población afrodescendiente. 


En el censo que cita Sozzo hay otra pregunta que importa en ese sentido: desde 2007 en la provincia dejó de ser obligatorio para el personal policial portar su arma de fuego cuando están de franco (un resabio de la última dictadura militar), se les consultó entonces si la llevaban o no. Fueron los hombres los que más respondieron que sí, casi un 20 por ciento más. Y las mujeres que respondieron no puntualizaron el temor a que ocurra algún accidente mientras están al cuidado de sus hijos.


“Ahí uno puede ver cómo las tareas de cuidado distribuidas inequitativamente, de acuerdo a los patrones tradicionales de construcción social política de género femenino- masculino, inciden generando una práctica policial concreta”, señala. Incluso, fueron ellas en mayor medida quienes valoraron ese cambio en la normativa de manera positiva.


Muchos estudios sociales de Estados Unidos e Inglaterra —que cita Sozzo—, establecen que cuando las mujeres policías intervienen en conflictos en la calle desaceleran la escalada del problema, apelan más al diálogo. Esto mismo respondieron las policías entrevistadas en 2022 en el trabajo publicado sobre Santa Fe: se autoperciben más tranquilas y dialoguistas. Sin embargo, esos estudios de países del norte indican que cuando las mujeres intervienen en esos mismos conflictos ante la presencia de un hombre (ya sea jefe o colega) su modo de actuar cambia y, al contrario de cuando están solas, se radicaliza.


Contexto económico que aprieta

Todas las mujeres policías entrevistadas en Rosario para esta nota hicieron mención a haber elegido este trabajo “para ayudar a la gente”. Muchas, “para tener reconocimiento social, inspirar respeto” (algo que después, aclaran, no sintieron mucho a la hora de salir a la calle).


Si bien varias de ellas subrayaron la vocación que sienten por este servicio, todas coincidieron en que es una salida laboral que les permite una vida más ordenada. Sobre todo aquellas que fueron madres jóvenes o que son jefas de hogar. 


Para las que vienen de otras ciudades, los nuevos cambios de régimen en las horas de servicio les complican la vida familiar: les es muy difícil volver, por lo que deben dejar a sus hijos o hijas al cuidado de otro familiar. Además, el costo se volvió insostenible para incorporarlo a la rutina por lo que la mayoría debe asentarse en la ciudad, sobre todo si ya no pueden tener 24 horas de guardia y luego tres días de franco como era hasta hace unos días.


Todas las entrevistadas coinciden en que, si bien es una salida más segura que trabajar como empleada doméstica o buscar trabajo como maestras en escuelas, el sueldo actual no alcanza y para poder llegar a un número que les sirva necesitan hacer horas adicionales. Las que recién ingresaron a la fuerza todavía no pudieron acceder a este beneficio.


El contexto de ajuste generalizado, aumento de tarifas e inflación desbocada se cuela en todas las conversaciones.


La Red de Mujeres Policías de Santa Fe —que nació en 2019 para generar un canal de denuncias y ayuda para situaciones de violencia y discriminación dentro de la fuerza— realizó una encuesta entre febrero y marzo, dirigida a varones y mujeres para conocer la realidad económica de la fuerza.


Entre los datos a destacar, casi el 90 por ciento respondió que su nivel de vida empeoró en los últimos meses. Más del 65 por ciento contestó que el sueldo no le alcanza para cubrir todos los servicios de sus casas y más del 80 que no les alcanza para cubrir la canasta básica de alimentos. Casi el 80 por ciento señaló que tiene familiares a cargo. La Policía como fuente de ingresos segura trastabilla en un contexto como el actual.


La Red está integrada por alrededor de 160 mujeres en toda la provincia. Publicaron su primer informe en 2022 pero fueron pocas las encuestadas acerca de situaciones de violencia dentro del trabajo: la mayoría temía represalias.


“Nos llevó dos años que nos den los días de licencia por casos de violencia. Si no, ibas moretoneada a trabajar igual, tus trámites se retrasan hasta que se diluye el problema. Fue necesario implementarlo porque es lo que pasa”, explicaron. 


Las que ingresaron recientemente a la Policía y hablaron con este medio plantearon que no creen que haya diferencia entre las tareas asignadas a varones y mujeres, y dijeron sentirse seguras con los jefes varones que les tocaron. Aquellas que tienen más antigüedad, quince años o más, consideraron que cambió mucho la fuerza en estos años y que los hombres se cuidan más de no pasarse de la raya por las consecuencias que puede tener en su trabajo.


En esa primera encuesta de la Red la mitad dijo que atravesó situaciones de violencia al menos una vez y el principal tipo que detectaron fue el “mobbing”, es decir acoso laboral. Lo alarmante vino con el dato sobre acoso sexual: más de un tercio dijo padecerlo y la mayoría puntualizó que fue de parte de un superior.


Entre las violencias incluidas en el término “mobbing” está el hostigamiento a través de cambios de horarios frecuentes o hacerlas trabajar con ex parejas violentas o acosadoras (a la vez, mujeres policías en pareja con otros miembros de la fuerza es algo que se repitió entre las entrevistadas del trabajo académico de Sozzo). También muchas puntualizaron que no les han permitido amamantar durante su horario de trabajo.


En diálogo con Suma Política la Red compartió su preocupación en tanto aún no tuvieron ninguna reunión formal con los nuevos funcionarios provinciales que asumieron en diciembre de 2023. La gestión anterior había habilitado un área dentro del Ministerio de Seguridad donde podían canalizar sus demandas y denuncias; fue importante porque si no, hasta ese momento, debían hacerlo dentro de la propia estructura de la Policía. Eso, puntualizaron, ya no rige.


Ahora la palabra “Género” se quitó del nombre del ministerio, aunque en esa misma entrevista antes de asumir el gobernador insistió en que la política pública en esa dirección se mantiene y solo se reajustan recursos. Para la Red, hasta ahora, significa continuar sus demandas a través de otras áreas del Estado: la Defensoría del Pueblo y los Centros de Asistencia Judicial (CAJ) de quienes reciben asistencia para casos de violencia.


Desde 2019 intentan que la Legislatura santafesina apruebe la creación del Centro Integral con Perspectiva de Género para Mujeres Policías y del Servicio Penitenciario (Cipgen) en el ámbito laboral de las fuerzas de seguridad. Siempre perdió estado parlamentario.


Por

Candela Ramírez



14 jul. 2024, by: FM 98.3

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