Aire sucio: cuáles son los tres países de América Latina con mayor contaminación atmosférica
La calidad del aire incide directo en el índice de mortalidad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la contaminación del aire provoca anualmente cerca de siete millones de muertes en todo el planeta. En Latinoamérica, los países que encabezan el ranking con peor calidad de aire son Perú, Chile y México.
Casi toda la población de la Tierra respira aire sucio. La OMS estima que un 91 por ciento de la humanidad —nueve de cada diez personas— vive en zonas con contaminación atmosférica, es decir, lugares donde la calidad del aire es mala y su contaminación supera los límites de lo considerado aceptable por este organismo. Estima, también, que una de cada diez muertes se debe a esa contaminación. Que siete millones de personas mueren al año por respirar aire impregnado de pequeñas partículas de sustancias químicas, polvo, hollín y metales que flotan en el aire. Este tipo de contaminación es el cuarto factor de riesgo de muerte más importante del planeta.
Según un estudio realizado por IQAir en 2021 —una empresa suiza que se especializa en la protección contra contaminantes transportados por el aire y monitorea la calidad del aire en todo el mundo—, las lecturas anuales promedio de ese año muestran que ningún país del mundo, al menos de aquellos en los que se mide la calidad del aire, cumplió con el límite de material contaminante aceptable estipulado por la OMS.
Ya en 2018 el Reporte Mundial de Calidad del Aire —elaborado por Air Visual (una plataforma de información sobre la calidad del aire en tiempo real operada por IQAir) y Greenpeace— mostraba que entre los 50 países del mundo con peores índices en la contaminación del aire había cinco latinoamericanos: Perú, Chile, México, Brasil y Colombia. Aunque Perú lidera los países latinos, Chile es el que tiene las ciudades más contaminadas. Especialistas de los tres primeros del ranking coinciden en que la presencia de este material en el aire se debe, principalmente, a la combustión de los motores de los vehículos junto con la actividad industrial, la actividad minera y la quema de madera y carbón. También aseguran que se elaboran planes y estrategias para intentar mitigar el nivel de contaminación pero que la suciedad del aire no tiene el lugar que debería en las agendas nacionales.
Perú: los “guardianes del aire” contra la contaminación
Mónica Abarca, ingeniera mecatrónica peruana, tenía poco más de 20 años cuando fundó, en 2015, qAIRa, una startup que desarrolla drones y sensores para medir la calidad del aire. La idea comenzó como un proyecto de investigación y en la actualidad trabaja con empresas y brinda recomendaciones al sector público sobre qué medidas se deberían tomar para combatir la contaminación del aire, principalmente, en la capital del país.
“Los módulos de los que disponemos se llaman qHAWAX, que vienen del quechua ‘guardián del aire’. Son unos equipos de más o menos 30 centímetros de alto, de color verde, con forma de pera”, explica Steven Arce, meteorólogo y líder del área de análisis ambiental de la compañía dedicado a la observación de la información metereológica y de la calidad del aire.
Los qHAWAX monitorean cinco gases contaminantes: el monóxido de carbono (CO), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2), el ozono (O3) y el sulfuro de hidrógeno (H2S). También miden la cantidad de material particulado que hay en el aire y variables como la presión, la temperatura, la radiación UV, entre otras. Luego envía la información recabada mediante una red celular móvil, lo que hace que los resultados se vean en tiempo real a través de un mapa de calidad del aire llamado qAIRamap.
Un informe elaborado en 2022 por la startup muestra la medida de contaminación del aire de Lima en el primer semestre del año y vincula esa concentración de contaminantes a un número estimado de personas que estarían muriendo por respirar ese aire sucio. “Lo hemos dividido por zonas: zona centro, zona sur, zona este y oeste. En el caso de la zona centro, se tuvo un aproximado de 750 muertes por respirar aire contaminado. Otro dato que hemos sacado es que si las autoridades disminuyeran la concentración de contaminantes al valor recomendado por la OMS, que es de 5,5 microgramos de contaminante por metro cúbico, se podrían evitar unas 3000 muertes asociadas a respirar un aire contaminado”, dice Arce.
La combustión de los vehículos con motor es una de las principales causas de contaminación en Perú. Imágen: Ministerio del Ambiente de Perú.
El especialista cuenta que qAIRa instaló, en un proyecto junto al municipio metropolitano de Lima, una red de más de 30 equipos que miden la contaminación del aire en tiempo real en más de 15 distritos donde la contaminación es alta. “A través de esta red venimos tomando datos y detectando cuáles son los puntos calientes donde la contaminación se dispara a determinada hora, en determinada época del año y donde hay incrementos. Toda esta información que recolectamos sirve como un soporte para tomar acciones”.
En Lima, dice, como en la gran mayoría de las capitales del mundo, la combustión de los vehículos con motor es una de las principales causas de contaminación, sumado a las emisiones industriales, principalmente de las empresas cementeras y ladrilleras. “Hay algunas empresas ladrilleras que no son formales, entonces no están mostrando documentos a las autoridades y eso les permite contaminar sin ningún límite”, explica. En cuanto a las demás provincias agrega que “una de las grandes problemáticas es el sector minero, que contamina no solo el aire sino también el agua y el suelo”.
Para intentar mitigar la contaminación del aire de la capital del país, el municipio metropolitano de Lima tomó algunas medidas como peatonalizar el centro histórico restringiendo el paso de los vehículos; el proyecto llamado “Aire limpio para la primera infancia”, que busca proteger la salud de los niños y las niñas para lo que, en primer lugar, instaló monitores para medir la calidad del aire en lugares que frecuentan los más pequeños; y una campaña llamada “Respira limpio” que consiste en medir las emisiones de los vehículos por el caño de escape para saber si están aptos para circular, requieren mantenimiento o deben sacarse de circulación.
A pesar de estas acciones, los avances de la descontaminación caminan lento.
Chile y una ley de los 90 que no muestra grandes resultados
Históricamente se ha señalado a Santiago como la ciudad más contaminada de Chile, pero desde hace algunos años se sabe que hay otras que la superan en cuanto a la suciedad del aire.
Esto lo dice Ezio Costa, director ejecutivo desde hace una década de FIMA, una ONG que se dedica a la protección del medio ambiente y de los derechos de las personas en materia ambiental.
Como en Perú y en la mayoría de los países, el factor principal de contaminación del aire es el material particulado y sus niveles de concentración. “En el caso de todo el centro sur de Chile, entre Santiago y Coyhaique, la mayor contaminación se produce por el material particulado. Que en casi todas las ciudades de esa zona proviene de la quema de leña y del uso de calefacción con leña. Luego, en el caso de Santiago y de algunas ciudades del centro y centro norte, hay una alta contaminación por otro tipo de contaminante que proviene de actividades industriales y del tránsito vehicular. Esos dos son los más difundidos”, explica Costa.
A estos materiales microscópicos que flotan se le suma el dióxido de azufre, presente en lugares donde se funden metales y, en Santiago, la gran concentración de gases de la combustión de los vehículos. La industria que funde metales, junto a la termoeléctrica y la del cemento son las que mayor contaminación de aire proveen a Chile. Solo en Santiago se producen alrededor de 4000 muertes al año por la contaminación.
La industria que funde metales, junto a la termoeléctrica y la del cemento son las que más contaminan en Chile. Imágen: Banco Mundial.
Como principal estrategia para hacer frente a esta situación Costa menciona la ley 19.300, que es del año 94. “Lo que hizo la Ley de Medio Ambiente fue crear un mecanismo de normas de calidad que establece cuál es el máximo de los distintos contaminantes que puede haber en el aire, medido en cierta cantidad de tiempo. Y luego, cuando se sobrepasan esas normas, se dispara un procedimiento que es la creación de un plan de descontaminación. Todo esto, desde que una ciudad o comuna dice: ‘Estamos contaminados, pongamos un medidor, hagamos una norma de calidad, hagamos un plan’, son diez años, aproximadamente. Y ahí ya tenemos un primer problema: demoramos mucho entre que entendemos que estamos contaminados y hacemos algo al respecto”.
Del año 94 a estos días implementaron planes de descontaminación en diferentes zonas del país. Costa dice que hay más de una decena en las distintas ciudades y que permiten impulsar diversas acciones. “En el caso de Santiago se estableció la restricción vehicular y hay automóviles que no pueden andar algunos días. Cuando se sobrepasan niveles peligrosos se establece también la prohibición del funcionamiento de ciertas industrias. En las ciudades del centro sur, en varios de los planes se prohibió la venta de leña verde, que emite más material particulado, junto a acciones para cambiar los calefactores y que la gente comience a usar eléctricos”, detalla.
Los contaminantes que más afectan a las distintas zonas del país son los que indican las medidas a tomar en cada una. Pero acá también los resultados tardan en llegar. El principal problema que señala Costa es que la contaminación del aire, salvo cuando proviene de industrias específicas, se debe a usos y costumbres de la vida cotidiana —como la utilización de vehículos y los modos de calefaccionar las casas en invierno—. Hábitos que están demasiado arraigados y son muy difíciles de modificar. Este, dice, es el mayor motivo por el que no se alcanzan los objetivos: “En general en el invierno el aire es muy pesado, se nota la contaminación, uno la nota en las vías respiratorias”.
México y el desafío de descontaminar uno de los países más poblados del mundo
A veces en la Ciudad de México se ve el cielo azul. A veces un trozo de cielo azul. Esos días, algo que en países como Argentina pasaría inadvertido, en México se comenta: ¡Hoy no está gris! Por ser uno de los países más densamente poblados de Latinoamérica y estar entre los primeros 10 del mundo), México tiene una situación compleja en términos de contaminación ambiental. La mayoría de los días eso se advierte solo mirando el cielo: una masa plomiza de smog.
Las causas de la contaminación del aire allí son similares a las de los otros países. “El uso de coches de combustión; la preferencia del vehículo privado frente al transporte público; la actividad industrial de la zona urbana que genera combustibles fósiles; y situaciones que provocamos los ciudadanos como los incendios forestales que se ven agravados por las sequías y el aumento de las temperaturas. Sin olvidar que México está entre los países con mayor índice de deforestación”, explica Iana Betsabé Martínez Guadarrama, quien junto a Daniel Romero, Lucia Salgado, Andrea Duarte y Montserrat Ortiz participan de la Fundación Mapeko y, desde allí, cuentan lo que sucede en el país.
Mapeko, que en lenguaje mapuche significa madera, agua y energía, fue creada en 2017 como una organización de reciclaje en Santiago de Chile. Hoy tiene presencia en 16 países de Latinoamérica y, con un equipo de unos 1000 voluntarios, pretende crear el movimiento contra la crisis climática más grande del mundo.
Otro factor que no es menor en términos de contaminación, señalan, es el relieve de México. “Específicamente las montañas circundantes que no permiten el escape de contaminantes. La estructura geográfica de sitios como la ciudad de México genera que se queden en el aire. Esto hace que la capital parezca una cuenca, de ahí la frase ‘popular cuenca de aire de la ciudad de México’. Debido a la estructura de la tierra, los vientos no pueden empujar el smog sobre las montañas circundantes y, como resultado, muchos contaminantes como el monóxido de carbono se acumulan sobre la ciudad”, explican.
Los vientos no pueden empujar el smog sobre las montañas que rodean la Ciudad de México. Imágen: Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático de México.
La información acerca de las mayores consecuencias de vivir en un país con gran contaminación en el aire, dice la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios de la Ciudad de México, es limitada. Según un estudio de 2013, la contaminación atmosférica por partículas es el principal factor de riesgo ambiental que incide en la mortalidad en México.
Los y las integrantes de Mapeko cuentan que “en 2016, investigadores de los institutos nacionales de Ecología y Cambio Climático (INECC) y de Salud Pública (INSP) realizaron un estudio para estimar el impacto de la contaminación atmosférica en la salud en la región Centro del país, que concentra el 33 por ciento de la población nacional y está conformada por los estados de Hidalgo, México, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala. Entre los principales resultados se encuentran las muertes que podrían prevenirse si los contaminantes analizados no superaran los límites establecidos por los estándares mexicanos e internacionales”.
Si el material particulado estuviera en los niveles establecidos en México podrían evitarse casi 8500 muertes; y casi 3000 por otros contaminantes. Y si se tuvieran en cuenta los niveles recomendados por la OMS podrían evitarse cerca de 10.000 muertes por material particulado y cerca de 13000 por otros.
Para combatir la contaminación del aire, la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, en coordinación con otros organismos de Gobierno, presentó el Programa de Gestión para Mejorar la Calidad del Aire de la Zona Metropolitana del Valle de México: ProAire ZMVM 2021-2030, cuentan desde Mapeko. Este consiste en 19 acciones estratégicas que apuntan, entre otras cosas, a “incrementar el uso de tecnologías limpias y reforzar las normativas para reducir las emisiones en el sector transporte; administrar la demanda del transporte individual para reducir el número de viajes, las distancias recorridas y los tiempos de traslado; ampliar el uso de transportes masivos y de bajas emisiones; promover un desarrollo urbano sostenible; extender el uso de combustibles fósiles más limpios tanto para el transporte como para la industria”.
Pese a este tipo de iniciativas, los activistas señalan que “el medio ambiente no parece ser una prioridad para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pues no impulsa acciones concretas relacionadas a estas áreas, ha dejado impunes los asesinatos de ambientalistas, ha recortado el presupuesto de los organismos encargados de estos temas e impulsa la construcción de megaproyectos con un enorme impacto ambiental y uso de energías fósiles”. A los integrantes de esta organización les preocupa que ni siquiera se está intentando hacer una transición al uso de otro tipo de combustibles.
Por eso, desde Mapeko, apuestan a educar, capacitar y concientizar a la ciudadanía sobre las temáticas ambientales, brindando herramientas para que puedan tomar decisiones informadas y responsables. “Cuando las personas sepan qué acciones se deben tomar para hacer frente a la crisis que se nos avecina, estaremos actuando como sociedad y no solo como individuos y colectivos. Nuestras acciones tendrán un mayor impacto a nivel nacional e internacional y así tendremos un ecosistema más sano y fuerte”, sostienen.
Entonces —quizás— en la Ciudad de México el cielo azul ya no sea noticia.
Por: Ariana Budasoff
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