
Un juicio para confirmar la teoría del “loco suelto”
Ya pasaron tres jornadas del juicio por el atentado contra CFK y todo indica que las vinculaciones de los copitos con el poder serán dejadas de lado.
Un intento de magnicidio cometido por un loquito suelto. Una teoría similar a la que se impuso en los Estados Unidos luego del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy, el 22 de noviembre de 1963, en la ciudad de Dallas. El lobo solitario que ejecuta un acto individual. El magnicida que está a mitad de camino entre un psicópata social y un paciente psiquiátrico. Esta es la hipótesis que la Justicia argentina está logrando imponer en el juicio por el intento de asesinato contra la expresidenta Cristina Fernández, cometido el 1° de septiembre de 2022 por Fernando Sabag Montiel.
Esa noche, Cristina descendió de su auto oficial y se acercó a saludar a cientos de militantes que rodeaban la entrada de su edificio, ubicado en Uruguay y Juncal, en el barrio porteño de Recoleta.
Hacía varias semanas la esquina se había transformado en un centro de manifestación pacífico. Era un punto de referencia que ingresaba a la historia de las resistencias peronistas, luego de que el fiscal Diego Luciani solicitara la prisión para CFK y su proscripción política de por vida, en la causa denominada Vialidad. Se sabe que la acusación se construyó forzando todos los límites del debido proceso y transformando en delito decisiones políticas que hasta habían sido aprobadas por el Congreso nacional.
Los hechos
Volviendo al 1° de septiembre, pocos minutos antes de las 21, la expresidenta descendió del auto y uno de los manifestantes le pidió que le firmara un ejemplar de su libro Sinceramente. Fue entonces que entre la multitud asomó el brazo derecho de Sabag Montiel sosteniendo en la mano la pistola Bersa calibre 32. Gatilló dos veces (una sola, según él). Y alguna fuerza divina hizo que las balas no salieran.
La instrucción de la causa quedó en manos de la jueza María Eugenia Capuchetti, que llegó al edificio de Comodoro Py de la mano del expresidente Mauricio Macri y el fiscal Carlos Stornelli. Estos antecedentes alcanzaban para sospechar que la investigación estaría dirigida a evitar los nexos políticos que pudieran vincular al macrismo con el intento de asesinato.
La vida a veces da sorpresas. No fue el caso. Capuchetti actuó como era esperable. Los nexos de Sabag Montiel con la agrupación de ultraderecha Revolución Federal (RF), que solía organizar marchas para denostar a la expresidenta en la puerta de su casa, fueron dejados de lado y por ende los nexos de RF con el macrismo. Ese vínculo llegaba hasta la familia de Luis “Toto” Caputo, actual ministro de Economía. La empresa familiar Caputo Hermanos contrató los servicios de carpintería del líder de RF, Jonathan Morel, en una serie de tareas difíciles de explicar, como hacer muebles para montar un salón de usos múltiples en un emprendimiento inmobiliario en la provincia de Neuquén. Algo olía raro en Dinamarca. Parecía un financiamiento de la agrupación encubierto con la compra de mesitas de luz. Capuchetti decidió no profundizar esa línea.
Lo mismo hizo la jueza con el manto de sospecha que recayó sobre Gerardo Milman, diputado del PRO y exmano derecha de Patricia Bullrich. “Gerry” fue apuntado por supuestamente haber mencionado el intento de asesinato, en la confitería Casa Blanca, a metros del Congreso, antes de que ocurriera. La información de su celular y los de sus secretarias fue debidamente borrada antes de ser presentados en tribunales.
Brenda Uliarte. FOTO NA: DAMIAN DOPACIO.
El juicio
Así es cómo se llegó al juicio, que tiene tres detenidos: Sabag Montiel, su exnovia (amiga con derechos, según él) Brenda Uriarte, y Nicolás Carrizo, miembro de RF y dueño de la máquina de hacer copos de nieve que los agitadores usaban para mostrarse como simples vendedores callejeros y hacer inteligencia en los alrededores de la casa de CFK.
La declaración de Sabag Montiel fue escalofriante. Quizás inspirado en la historia de famosos asesinos seriales estadounidenses, como Ted Bundy, que reconocieron sus crímenes, Montiel contó cómo había planeado el magnicidio. “Gatillé una vez, no dos veces como se dijo. Y no le volví a dar recarga al arma porque fui interceptado. No tuve momento de salida o escape del plan”, dijo. “Los fines tienen más un tinte personal. Son cuestiones de incomodidad con lo establecido. Yo soy el resultado de muchas fallas de la Justicia. Traté de pagar el precio de lo que otros no hicieron”, agregó, poniéndole a su crimen el carácter de un fenómeno social mezclado con misticismo.
En su declaración, Montiel intentó cargar sobre sus hombros toda la responsabilidad. Desligó a Uliarte y también a Carrizo. Es decir que el magnicida está alineado con el argumento del lobo solitario. ¿Lo hace pensando que el día de mañana habrá una serie de Netflix con su nombre? ¿Responde a una organización y decidió cerrar el cerco sobre sí mismo por temor? Esto es lo que la Justicia no investigó y, por lo tanto, la declaración de Sabag le pone el broche de oro a la hipótesis construida desde el principio.
Nicolás Carrizo. FOTO NA: DAMIAN DOPACIO.
Carrizo –el copito– está preso por las conversaciones de Whatsapp en las que se jactaba de ser parte del plan magnicida. “Esto estaba planificado para dentro de una semana. Hizo todo mal. Es un pelotudo.” “Estamos decididos a matar a la puta esa”, le escribió a una amiga a los pocos días del intento de asesinato. Ahora, en el juicio, trató de despegarse. Le pidió disculpas a Cristina y dijo que está detenido por “una joda” que había hecho porque “había tomado mucho fernet”.
Brenda también declaró. Comenzó de modo errático y luego dijo que no estaba en condiciones. Sin embargo, puede buscarse en los archivos el escrito que había presentado en septiembre del año pasado. “Yo no sé por qué Nando (Sabag Montiel) hizo esto, pero sí sé que él no es capaz de organizar y hacer todo esto solo. Claramente alguien está atrás. Yo nunca vi a Milman, pero decían que les pagaba a varias personas para que participaran en manifestaciones y con ello generar disturbios y violencia alrededor de la residencia de Cristina Kirchner. A ver: yo no digo que financiaron el atentado, pero sí financiaban para agitar y armar quilombo. Y Carrizo sabe todo eso, pero él va a cubrir a Nando porque no quiere tener quilombos con los de arriba. Saben que hay pesos pesados.”
Milman, los hermanos Caputo, Bullrich, ¿financiaban una banda de agitadores para estimular un clima de odio contra CFK y el gobierno de Alberto, y la situación se les desbordó con el “loquito” de Montiel? ¿O son parte de la organización del crimen político más grave desde el retorno de la democracia? Falta que declaren 250 testigos y la propia Cristina. Sin embargo, esta duda quedará flotando en el aire quizá para siempre.
FOTO: Fernando Sabag Montiel

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